126, LA FOSA DE LA TIERRA
Encuentran 144 víctimas fusiladas por el régimen franquista
Conocida como “La Fosa de la Tierra” por la profesión de la mayoría de los fusilados, que provenían del mundo rural, la 126 es la segunda fosa común más grande del territorio español y la más grande del País Valenciano. Entre junio de 2021 y junio de 2022 se realizaron los trabajos de exhumación, encontrando 144 de las 243 víctimas que se creía que estaban en su interior, de las cuales únicamente se han podido identificar cuatro.
La losa que cubría la fosa, recordando las 243 personas asesinadas, fue retirada para iniciar los trabajos de excavación y posterior exhumación. En el caso del cementerio de Paterna, llama la atención que hay muchos registros de las personas que fueron enterradas. Se dice que el enterrador, Leoncio, sacaba piezas de ropa y objetos de los muertos, que después colocaba en cestos encima de la fosa para que las familias pudieran saber dónde estaban enterrados sus familiares.
Según el historiador Vicent Gabarda, en el cementerio de Paterna hay unas 2238 personas fusiladas por el ré- gimen franquista entre 1939 y 1956. Después del cementerio del Este de Madrid, Paterna es el lugar en el que hubo más fusilamientos por parte del régimen franquista. Después de juicios sumarísimos sin ningún tipo de garantías, estas personas fueron asesinadas en “el Terrer”, también conocido como “el Paredón de España”, un campo de tiro próximo desde dónde se transportaban en carros los muertos hasta el cementerio, en lo que se conocía como el “camino de la sangre”.
Atics es la empresa encargada de las tascas de excavación y exhumación, coordinadas por Francesc Florensa y Cesc Busquets, y con la dirección arqueológica a mano de Jordi Ramos, Eulàlia Díaz, Sheyla Sancho e Inés Blay. En la fotografia, el equipo de arqueólogas-antropólogas, liderado por la Dra. Armentano, trabajando en la exhumación del tercer nivel de la fosa
La Fosa 126 se caracteriza por estar excavada en vertical, con cinco metros de profundidad, ya que la gente de la zona era experta en cavar pozos. Tiene cinco niveles, separados entre ellos por una capa de cal viva y de tierra. Cada nivel corresponde a las cinco sacas de fusilados los días 27, 29 de agosto y 11, 12 y 14 de setiembre de 1940, una vez acabada la guerra civil y en supuesto tiempo de paz. En la fotografía, Eulàlia pasa la cámara a Jordi, que se encarga de hacer un registro fotográfico antes de pasar a las tascas de exhumación de los cuerpos para documentar y delimitar los restos óseos.
Croquis del tercer nivel de la fosa 126, correspondiente a la saca del once de setiembre de 1940. Antes de proceder a la extracción de los cuerpos, se dibujan croquis de la posición de los esqueletos por colores, correspondientes a la posición en que estos se encuentran.
Restos óseos de los fusilados el once de setiembre de 1940.
Por la forma en que se han encontrado enterrados los individuos, con indicios de abocamiento, la mayoría atados de manos y, en algunos casos, con el tiro de gracia identificable a simple vista, hay signos evidentes de violencia y, por tanto, de crímenes de lesa humanidad.
Esto se acabará de confirmar en el laboratorio del Museo de Antropología de Barcelona, una vez exhumados los cinco niveles, dónde también se estudiará la edad de cada individuo, sus posibles patologías y fracturas perimortem.
Sheyla y dos arqueólogas-antropólogas más en las tascas de exhumación del tercer nivel de la fosa 126.
Además de extraer hueso por hueso y clasificarlos por individuo para hacer una ficha antropológica, se extraen muestras para el posterior estudio de ADN, que servirá para identificar las personas que fueron asesinadas, y una muestra de tierra cercana a la zona del cráneo para extraer restos de polen que confirmen la fecha de inhumación.
Chryssa, antropóloga, hace un cribaje de la tierra cercana a uno de los individuos para localizar posibles restos óseos que hayan podido pasar desapercibidos.
Botón y punta de lápiz encontrada en la zona del tórax de uno de los individuos, que indica que, seguramente, antes se encontraba en el bolsillo de su camisa.
Los restos de ropa y objetos asociados a cada víctima se separan para hacer un posterior estudio de lo que llama “cultura material”, que después se restaurará, se inventará y se retornará a la familia.
Eulàlia, arqueóloga-antropóloga, realiza la ficha antropológica de uno de los individuos para hacer el estudio de las fracturas perimortem.
Muestras de cabello y pelo que servirán para el estudio de ADN de los individuos fusilados, a cargo de la empresa Fisabio. Este estudio servirá para hacer la comparativa con las muestras de ADN tomadas a familiares vivos, con tal de identificar las personas enterradas y retornar los restos a quien los reclaman.
El equipo de arqueólogas- antropólogas, coordinado por la Dra. Núria Armentano, junto a Cesc de Atics y el forense Dr. Ignasi Galtés en la sala de cribaje del cementerio de Paterna.
En el quinto y último nivel de la fosa se ha producido el fenómeno conocido como “saponificación”, que se da en niveles profundos de la tierra y por el cual los cuerpos no han acabado en estado de osificación, sino que se conservan parcialmente junto con la ropa.
Limpieza en seco de los restos óseos en la sala de cribaje del cementerio de Paterna. Posteriormente, se hace un inventario y se envían estos restos clasificados por individuo al Museo de Antropología de Barcelona.
Familias de la Asociación de Familiares de las 243 Víctimas del Franquismo en el acto de homenaje a los fusilados de la fosa 126 de Paterna, una vez esta se ha vaciado.
La asociación fue fundada el año 2016 por Maria Navarro, nieta de una de las víctimas. Después de años de trabajo, consiguieron coordinarse con la Consejería de Participación y Calidad Democrática de la Generalitat, para abrir la fosa el pasado diciembre 2021
Maria Navarro, presidenta de la Asociación de Familiares de las 243 Víctimas del Franquismo, lanza unos claveles para honrar a su abuelo, Jose Navarro Anchel, que fue fusilado en el Terrer el 12 de setiembre de 1940.
A su lado, Nathalie Martínez, biznieta de Francisco Arnal Moreno, a quien detuvieron cuando iban a buscar a su hijo (abuelo de Nathalie), que no se encontraba en casa en ese momento, y a quien fusilaron el once de setiembre de 1940. Nathalie se encarga de hacer “Diaris per la Memòria”, una serie de vídeos explicativos que comparten en el grupo de WhatsApp de la asociación para que la gente más mayor que no se puede desplazar hasta Paterna pueda seguir el proceso de exhumación de sus familiares, y que, además, sube a YouTube.
Después de años de trabajo de la asociación, y nueve meses de trabajos de exhumación, que se hayan sacado todos los cuerpos de la fosa 126 significa un soplo de aire para los familiares, que ahora tendrán que esperar a los resultados del estudio de ADN para poder identificar a los suyos y darles una sepultura digna.